viernes, 18 de junio de 2010

CELOS


Sí, tarde o temprano aparecen, y muchas veces cuando menos te lo esperas.

Ayer mismo, saliendo del trabajo, encontré a mi gran amor, Cecilia, besándose con otro hombre. De repente los celos me atacaron, no era para menos. Fui corriendo hacia él y lo empujé. Tuve tan mala suerte que él cayó encima de ella... y eso amortiguó el golpe. Sangre, y más sangre... Cecilia murió al instante, de forma fulminante mi vida se quedó en nada. Alberto, que así se llamaba aquel hombre, se incorporó y no dudó en empezar a llorar. Tartamudeaba del dolor, pero conseguí escuchar algo, algo que me atormentó aun más, pues era su primo, que hacía años que no se veían, un simple beso de esos que se dan a una madre, a un padre, a un hermano... En ese momentó me derrumbé.
Al cabo de unas horas me vi en el hospital, tumbado en una camilla, Alberto estaba allí, me había traído él. Estuvimos hablando y llorando toda la tarde. Mi sorpresa y agobio llegó cuando me dijo que era gay. Fueron sus ojos que, al decirlo, se llenaron de nuevo de lágrimas, y lo abracé. Sentí un escalofrío al hacerlo, algo que nunca antes me había pasado. Era extraño, pero a pesar de la tragedia, medio sonreí, me acababa de enamorar.

La vida cambia a la velocidad de la luz, en dos frases explicas una vida, en un segundo... puede pasar de todo.