
Sí, tarde o temprano aparecen, y muchas veces cuando menos te lo esperas.
Al cabo de unas horas me vi en el hospital, tumbado en una camilla, Alberto estaba allí, me había traído él. Estuvimos hablando y llorando toda la tarde. Mi sorpresa y agobio llegó cuando me dijo que era gay. Fueron sus ojos que, al decirlo, se llenaron de nuevo de lágrimas, y lo abracé. Sentí un escalofrío al hacerlo, algo que nunca antes me había pasado. Era extraño, pero a pesar de la tragedia, medio sonreí, me acababa de enamorar.
La vida cambia a la velocidad de la luz, en dos frases explicas una vida, en un segundo... puede pasar de todo.